Cuento
Aquel gato no había cazado ratones porque su dueña, una anciana octogenaria, le proporcionaba abundante comida cada día. Cuando vio un ratón por primera vez no tuvo ningún inconveniente en que se bebiera la leche de su plato. En día sucesivos el ratón se acercó a beber la leche del gato porque éste movía el rabo amistosamente.
Un día la anciana murió y el gato se quedó sin protectora. Llegó el invierno y el caserón abandonado, excepto por los dos amigos, parecía olvidado del mundo.
En una noche angustiosa, el ratón murió y el gato se resignó a seguir la misma sueerte. Después de oír el ruido del motor de un coche, vio acercarse a dos niños, que le acariciaron tímidamente la cabeza, haciéndole dormirse.
Cuando el gato comenzó a despertar, estaba acomodado en un cesto de mimbre y había cerca de él un plato lleno de leche. Intentó levantarse pero no pudo; entonces, una mano fuerte, lo sostuvo y lo acercó al plato. El nuevo amo del gato era veterinario y con unas inyecciones lo sanó.
Fue muy feliz aquella Navidad porque los niños estaban encantados con él y sus padres lo admitiero en el hogar.
Al llegar la primavera brotó una planta en el jardín que misteriosamente creció pronto y se hizo un árbol. Muchas veces el gato halló refugio en él, si era perseguido por algún perro desagradable.
Aquel gato no había cazado ratones porque su dueña, una anciana octogenaria, le proporcionaba abundante comida cada día. Cuando vio un ratón por primera vez no tuvo ningún inconveniente en que se bebiera la leche de su plato. En día sucesivos el ratón se acercó a beber la leche del gato porque éste movía el rabo amistosamente.
Un día la anciana murió y el gato se quedó sin protectora. Llegó el invierno y el caserón abandonado, excepto por los dos amigos, parecía olvidado del mundo.
En una noche angustiosa, el ratón murió y el gato se resignó a seguir la misma sueerte. Después de oír el ruido del motor de un coche, vio acercarse a dos niños, que le acariciaron tímidamente la cabeza, haciéndole dormirse.
Cuando el gato comenzó a despertar, estaba acomodado en un cesto de mimbre y había cerca de él un plato lleno de leche. Intentó levantarse pero no pudo; entonces, una mano fuerte, lo sostuvo y lo acercó al plato. El nuevo amo del gato era veterinario y con unas inyecciones lo sanó.
Fue muy feliz aquella Navidad porque los niños estaban encantados con él y sus padres lo admitiero en el hogar.
Al llegar la primavera brotó una planta en el jardín que misteriosamente creció pronto y se hizo un árbol. Muchas veces el gato halló refugio en él, si era perseguido por algún perro desagradable.
El árbol había nacido donde los dos niños enterraron al ratón, aunque el gato no volvió a hacerse amigo de ningún ratón: no hay que olvidar que era todo un gato.
Pilar Hernández (Ledesma)
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