Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal. Pero sé paciente, no pretendas que todo llegue de inmediato.
No seas esclavo del pasado y de recuerdos tristes. No revuelvas en una herida que ya está cicatrizada. No rememores dolores y sufrimientos antiguos. Lo que pasó, pasó.
Procura, en adelante, construir una vida nueva, dirigida hacia lo alto y camina hacia adelante sin mirar atrás.
Haz como el sol, que nace cada día sin acordarse de la noche que pasó.
No te detenga lo malo que has hecho, camina en lo bueno que puedes hacer.
No te culpes, ¡cambia!
Busca alguién con quien compartir tus luchas y una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ellas.
Aprende a mirar con amor y respeto; piensa en ti como algo precioso.
Que tu alegría sea contagiosa para expulsar la tristeza de quienes te rodean.
Si en tu interior hay luz, y dejas abiertas las ventanas de tu alma, los que pasan en tinieblas, serán iluminados.
Si se deja uno llevar por el malhumor... sale perdiendo. Cinco minutos de cólera desgastan más que ocho horas de trabajo normal. En arrebatos de ira la sangra fluye sobre los músculos y "empobrece" el cerebro. De ahí las tonterías que suelen decirse y hacerse en esos momentos de indignación.
¿Cómo lograr no perder los nervios? Conocerse (pensar a menudo sobre lo que nos va ocurriendo), tener la decisión de tomarnos un tiempo para calmarnos cuando algo nos irrita... y, sobre todo, acudir a Dios en busca de autodominio y paz. "Mil veces mejor que perder la paciencia es "perderse" a sí mismo en Dios".
Y como cristianos, no dejemos de relacionarnos con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario