
Diversos cronistas nos dicen que Guareña, como estructura urbana, tiene un origen muy remoto, conociéndose ya en tiempo de los romanos.
Posteriormente, pasa a formar parte del reino de los suevos y, en los siglos V y VI, queda incluida bajo la jurisdicción de los visigodos, incluyéndose en la silla Metropolitana de Híspalis (Sevilla). Al comenzar el emirato perteneció a Al-Andalus, que al dividirse en el 764 en cinco reinos queda dentro del de Mérida, y, posteriormente en el Reino Taifa de Badajoz.
Pero cuando aparece en la historia, con su nombre actual, es en un privilegio concedido a Valdetorres por Alfonso X, el Sabio, cuyas ventajas se hacen extensivas a Medellín y a Guareña, allá en el siglo XIII, ayudando a este rey en la Batalla del Salado, otorgándole el uso en sus armas de la Cruz Floreada del Salado y el Título de Lealtad.
Demográficamente, conocemos ya que por los tiempos de la Baja Edad Media se puso de manifiesto su debilidad demográfica y política en la repoblación, en el área de realengo de Guareña, sufría importantes retrocesos, producidos principalmente por catástrofes naturales, epidemias, hambrunas... no evitando todo ello que se asentara en estas tierras, señoríos nobiliarios.
Ya, en tiempo de los Reyes Católicos, formó parte del Reino de Castilla, que la declararon exenta de la Orden de Santiago, dándole Fuero Real en i498, y, luego, Felipe V, el Título de Leal y Fiel.
En 1785, estaba a las órdenes del corregidor de Trujillo, y, después de todos estos avatares de encuadramiento geográfico, quedó enmarcada en la provincia de Badajoz, cuando en 1833, se realizó la demarcación actual.